Desde antes del inicio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, el precio del gas natural comenzó a incrementarse de una manera casi exponencial. Partiendo de unos costes habituales cercanos a los 30-40 €/MWh, el combustible fósil importado desde Rusia comenzó a encarecerse a mediados de 2021 y ya ha superado los 100 €/MWh en numerosas ocasiones, un valor que ha llevado a la electricidad a registrar los máximos que tienen atenazada a toda la economía europea a día de hoy. En este artículo vamos a entender el efecto real del gas en el precio de la luz, la situación en España y la solución que podrá desacoplar el precio de la luz del del gas natural.
Más allá de los conocidos y lamentables efectos devastadores de una guerra, el conflicto en cuestión ha influido en el suministro de gas en Europa mermándolo a través de dos vías. La primera es la interrupción de la operación de dos gasoductos que transportan el recurso desde Rusia pasando por Ucrania, Yamal y Soyuz Brotherhood. El primero de ellos cruza, casi en su totalidad, el país ucraniano, mientras que el segundo llega al centro de Europa por Polonia. Yamal se encuentra inoperativo debido al conflicto y el suministro por Soyuz es variante, lo que hace que a través de estos dos ductos la cantidad de gas que llega al centro del viejo continente sea mucho menor al de años atrás.
La segunda vía es a través del ducto Nordstream I, el que tiene mayor capacidad, y que conecta directamente a Rusia con Alemania. Es esta instalación la que está suponiendo un auténtico quebradero de cabeza al sector energético centroeuropeo y, en consecuencia, al de todo el viejo continente. En los últimos tiempos, el gobierno ruso justifica que el ducto opere al 40% de su capacidad (como máximo) debido a la necesidad de realizar tareas de mantenimiento y a problemas técnicos en alguna de las 6 turbinas que bombean el gas por la instalación. Además, la construcción de un segundo ducto que se planteaba construir (Nordstream II) ha sido pausado por razones evidentes una vez se inició la guerra.
Parece claro que, mientras dure este conflicto, Rusia mantendrá por debajo de los valores normales el suministro de gas al resto del continente. Y cuando existe una disminución de la disponibilidad de un recurso que sigue siendo indispensable, su precio se dispara. Es por este motivo que ha ido cobrando más fuerza la hipótesis de que Rusia, de este modo, compensa con el sobrecoste económico al precio del gas las restricciones que la Unión Europea (UE) le ha aplicado con el objetivo de mermar su economía.
Efectos sobre España
No obstante, estos ductos no llegan directamente a nuestro país. España tiene una red de gas más diversificada y nuestro sector eléctrico se abastece de este combustible procedente de otros países como Argelia, Nigeria o Estados Unidos, entre otros.
La península ibérica recibe el gas natural, principalmente, a través de dos gasoductos en el sur, en Tarifa y en Almería, procedente de Argelia. El primero de ellos pasa por Marruecos y actualmente se encuentra inoperativo por las relaciones entre ambos países, mientras que el segundo conecta directamente el país argelino con España. Además, el gas llega en forma de gas natural licuado (GNL) a través de buques metaneros procedente de países como Nigeria y Estados Unidos, entre otros, aunque a precios más elevados y en menores cantidades, puesto que la capacidad de transporte de los buques no se puede comparar con la de un gasoducto.
El impacto del precio del gas en el de la electricidad es directamente proporcional. Tal y como explicamos en un anterior artículo, España necesita quemar este recurso para producir electricidad dado que con las otras fuentes energéticas de su matriz (renovables, nuclear o hidráulica) no puede asegurar el abastecimiento completo de su demanda energética. Esto conlleva que, en el proceso diario del mercado eléctrico en el que se estipula el precio (€/MWh) para cada hora de cada día, los productores que queman gas (centrales térmicas) trasladan el alto coste de su materia prima en las ofertas de electricidad. Por tanto, el precio final de la electricidad se encarece debido a la participación de estos ciclos combinados.
Como consecuencia, dado que los mercados eléctricos europeos están interconectados, cuando el precio de la electricidad en un país es alto, el de los países vecinos también se incrementa. Esto se debe a los compromisos de interconexión eléctrica que tienen todas las regiones. Antes de experimentar la anómala coyuntura actual del mercado eléctrico, cuando Francia producía electricidad a costes muy bajos debido a la alta participación de sus reactores nucleares, los países colindantes como España nos beneficiábamos de ese precio gracias a las interconexiones, por ejemplo.
Este hecho reforzó la propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica de España (MITECO) para solicitar a la UE que la península ibérica fuera considerada como una isla energética. Dada la mayor independencia del gas ruso y la posibilidad de abaratar los precios en Francia y en los demás países, se propuso un “mecanismo”, conocido como “excepción ibérica”, para poner un límite al precio del gas natural que rebajara la factura eléctrica de los españoles.
Esta medida fue aprobada en el mes de Junio y consiste en un límite al precio del gas, que continúa en máximos históricos, y cuyo objetivo es limitar el efecto de los altos costes de este recurso en el mercado eléctrico tal y como hemos comentado.
Funcionamiento de la “excepción ibérica”
El mecanismo emplea una fórmula matemática para limitar el precio del gas consumido por las centrales térmicas que es repercutido en las ofertas que fijan el precio del mercado mayorista de la electricidad. Este límite establece un precio de referencia del gas de 40 €/MWh durante seis meses desde la entrada en vigor del mecanismo, y se incrementa en 5 €/MWh al mes a partir de entonces, terminando en 70 €/MWh, para que haya una convergencia a la normalidad.
De modo que los ciclos combinados ofertan en el mercado eléctrico contemplando ese coste para su recurso. No obstante, los productores son compensados por la diferencia entre el precio del gas natural en el Mercado Ibérico del Gas (Mibgas) y el límite establecido por el Gobierno.
Desde que la medida empezó a aplicarse, el precio medio del mercado mayorista se ha situado en 145 €/MWh según afirmaba recientemente el MITECO. Este valor es un 47% más bajo que los 276 €/MWh que se hubieran registrado en el caso de no contar con el mecanismo ibérico. Incluso incorporando el coste del ajuste para compensar a los productores de gas (no olvidemos que ofertan contemplando que el combustible les cuesta 40 €/MWh), el precio medio ha sido de 236 €/MWh, un 14% menor.
Este efecto influye también en los mercados de futuro, las cotizaciones del precio de la electricidad a largo plazo (OMIP). En ellos se nota la “excepción ibérica” dado que ésta asegura reducir el precio durante su vigencia, por tanto, los mercados a futuros estiman que la electricidad, una vez que la situación regrese a su normalidad, volverá a valores no tan elevados.
La verdadera solución a esta situación
Acelerar la transición energética. El paso de consumidores a prosumidores es uno de los puntos más importantes de esta transición, convirtiendo a cada usuario en un ser independiente energéticamente y capaz de aportar al sistema eléctrico. Es aquí donde entra la importancia de seguir impulsando y facilitando la integración del autoconsumo fotovoltaico, a nivel industrial, residencia y comercial.
En la actualidad, España está inmersa en un plan para ahorrar y gestionar el consumo de energía de diversos sectores de la sociedad con el objetivo de reducirlo rápidamente en edificios, industrias, empresas y PYMES, entre otros. El nuevo plan energético se fundamenta en la sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables. De este modo se justifica el impulso al autoconsumo, para el que se aplica una nueva medida que acepta el cambio de modalidad (sin excedentes, con excedentes) cada cuatro meses, y se establece un nuevo mecanismo en el caso de que una nueva instalación con derecho a compensación de los excedentes tarde más de dos meses en regularizarse.
Este punto es el que claramente identifica al autoconsumo fotovoltaico como uno de los más beneficiados del plan energético, dado que la madurez de la industria solar, su competitividad económica y la eficiencia de los sistemas solares hacen que sea una de las mejoras alternativas para reducir la dependencia del gas, ahora y en el futuro.
Por Andrés Muñoz.