Aunque la concienciación sobre la importancia de producir electricidad de origen renovable está cada vez más extendida e instaurada en la sociedad, nunca antes nos habíamos encontrado con una situación tan propensa para apostar por el autoconsumo fotovoltaico en España, especialmente en el sector de las medianas y grandes industrias.
Y es que, actualmente, se dan tres circunstancias inéditas años atrás que, unidas, hacen que la decisión de instalar paneles fotovoltaicos en las cubiertas sea indiscutible. La primera de ellas es el aumento constante del precio de la electricidad en el mercado mayorista. Acostumbrados, lamentablemente, a leer casi cada día el mismo titular sobre cómo sigue subiendo el coste de la luz en España, situándose ya en torno a los 170 €/MWh (cuando hace un año se situaba en la horquilla de los 40-50 €/MWh), dejar de demandar electricidad de la red y hacerlo de un proyecto solar propio es la mejor herramienta para no sufrir el impacto de la subida de la tarifa eléctrica.
La segunda es el cambio tarifario que entró en vigor el 1 de Junio de este año. A través de esta nueva estructura se pretende incentivar el traslado del consumo eléctrico desde las horas de máxima demanda eléctrica (horas punta, más costosas) a otras en las que las redes de transporte y distribución se encuentran menos saturadas (horas valle, más económicas), lo que reducirá la necesidad de llevar a cabo nuevas inversiones en dichas infraestructuras. Para proyectos de autoconsumo, la posibilidad de pagar menos en horas valle y autoconsumir en horas punta es un gran beneficio económico.
La combinación de los nuevos peajes y cargos permite que la factura eléctrica tenga un mayor componente variable. Esto hace que su coste dependa en mayor medida de la energía consumida, lo que fomenta la eficiencia energética al permitir que las medidas de ahorro tengan un mayor impacto en la factura del consumidor. Con ello se promueve el autoconsumo, que reduce la demanda de energía procedente de la red.
Y la tercera, pero no por ello menos importante, es el impulso a las comunidades energéticas. Se trata del concepto por el que se reconocen conjuntos en zonas aisladas que impulsan el autoconsumo energético local, consolidándose como puntos de generación distribuida independientes cuyos mayores beneficiarios son los propios vecinos. Por ello, aquellas industrias que se encuentran en estas zonas tienen la posibilidad de erigirse como grandes productores para ese mercado local.
Los 3 motivos que posicionan al autoconsumo como nunca
1. Subida del precio de la electricidad y medidas
El precio de la electricidad en España depende de las tecnologías que la generen. Cuando éstas son costosas, se traduce en las ofertas del mercado y, finalmente, en la factura eléctrica final. El aumento del precio del gas natural y de los derechos de emisiones de CO2 han llevado a que producir electricidad con este recurso, las conocidas centrales de ciclo combinado, sea inusualmente muy costoso. Este es el principal motivo de que, ahora mismo, la electricidad en toda Europa esté en valores históricos.
Para frenar el impacto de esta escalada del precio de la electricidad, el Consejo de Ministros de España aprobó una batería de medidas para su entrada inmediata en vigor, de modo que sus efectos se pudieran percibir lo antes posible. La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), Teresa Ribera, anunció una batería de medidas para afrontar el escenario de elevados precios de la electricidad;
- Reducción del Impuesto Especial de la Electricidad (IEE), que se aplica antes de la base imponible, al 0,5% (mínimo establecido por normativa europea).
- Suspensión del Impuesto sobre el Valor de Producción de Energía Eléctrica, que gravaba la actividad de generación eléctrica con un 7%, hasta final de año.
- Inyección extra hasta los 900 millones de euros en la aportación para la recaudación de las subastas de CO2, el otro principal causante del elevado precio de la electricidad, destinada a cubrir costes del sistema eléctrico hasta los 2.000 millones.
- Minoración temporal de los ingresos extraordinarios que han percibido tecnologías no relacionadas con el gas natural provocado por su elevada cotización.
- Creación de un nuevo mecanismo para fomentar la contratación de la electricidad a largo plazo.
- Modificación de la Ley de Aguas, con el objetivo de controlar el ritmo de desembalsado y los volúmenes mínimos de reserva.
Estas medidas, estima el Gobierno de España, lograrán que el precio medio final del año de una factura media se sitúe en torno a los precios de 2018, un año que históricamente también fue caro, aunque no sufrió la crisis de precios del gas natural o los derechos de emisiones de CO2 de la actualidad.
Por tanto, dado que estas medidas son pequeñas soluciones a corto plazo a un problema que se espera que se mantenga en el tiempo, reducir la dependencia del parque de generación eléctrica de España será clave para reducir el gasto en electricidad, como nunca antes había sucedido, ya que un consumidor con un contrato de electricidad indexado (cuyo precio facturado es el mismo que el del mercado), podría estar ahorrando más de 100 €/MWh en algunas ocasiones con energía solar.
2. La nueva factura
Es evidente que la nueva estructura tarifaria fomenta el autoconsumo. Puesto que el objetivo final de la ley es la reducción de la demanda global de energía procedente de la red eléctrica general, no hay mejor manera de alcanzar ese objetivo que mediante la extensión de nuevos esquemas como los proyectos de generación distribuida con energía solar.
Las tarifas en alta tensión, puntos de suministro de gran consumo que son los principales impulsores del autoconsumo energético industrial, son las tarifas 6.1TD, 6.2TD, 6.3TD y 6.4TD respectivamente. En pequeñas o medianas empresas, con tarifas conocidas como la 3.0TD, ya se dispone de 6 periodos de energía y de potencia, con la misma periodificación que la 6.1TD.
Esto permite que el nuevo periodo tarifario favorezca el retorno a la inversión de un proyecto fotovoltaico de autoconsumo, en el sentido en que el coste variable cobra importancia frente al coste fijo.
3. Comunidades energéticas
Con el paquete de ayudas de 100 millones de euros en subvenciones para impulsar las comunidades energéticas en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, este nuevo concepto cobra un rol fundamental para la independencia energética.
Especialmente aquellas regiones más aisladas de la red, como núcleos industriales, podrán convertirse en centros productores de energía solar para una cantidad de vecinos y consumidores que se beneficiarán de ello.
Las comunidades energéticas se construyen sobre el concepto del autoconsumo local. Es decir, la producción de energía para uso propio, individual o colectivo, y en el mismo lugar en el que se genera. Se crean como entes con entidad jurídica, actualmente casi siempre como asociaciones o cooperativas, cuyo fin final es dar el salto hacia un modelo de consumo de energía limpia y renovable.
Este incipiente concepto de comunidad energética nace de la regulación europea. En 2018, con la Directiva (UE) 2018/2001, y al año siguiente, con la Directiva (UE) 2019/944 se incorporó el término comunidades energéticas locales.
Las ventajas de este tipo de producción local se basan en que:
- Proporcionan a la ciudadanía un acceso a recursos locales de energía renovable y otros servicios energéticos o de movilidad, pudiendo beneficiarse de inversiones en los mismos.
- Los usuarios pueden tomar el control y tendrán una mayor responsabilidad para la auto-provisión de sus necesidades energéticas, sobre todo, una reducción del gasto de las viviendas y el transporte.
- Se crean oportunidades de inversión para ciudadanos y negocios locales.
- Ofrecen a las comunidades la posibilidad de crear ingresos que se generan y permanecen en la propia comunidad local, aumentando la aceptación del desarrollo de energías renovables locales.
- Facilitan la integración de energías renovables en el sistema a través de la gestión de la demanda.
- Otorgan beneficios ambientales, ya que implica el abandono de la energía fósil y la reducción de la huella de carbono local, y sociales, por la creación de empleo local y fomento de la cohesión de la comunidad, sin olvidar que puede ser una posible solución a la pobreza energética ofreciendo precios más asequibles a los vecinos y vecinas con menos recursos económicos.
Este empoderamiento de la ciudadanía en cuanto a cómo consume energía hace que las pequeñas, medianas y grandes industrias de la zona con disponibilidad en sus cubiertas o en otros terrenos, puedan convertirse en centros de la comunidad energética como productores y consumidores.
Por estas tres razones, sumadas a las ya ampliamente conocidas, el autoconsumo fotovoltaico en el sector industrial tiene más motivos que nunca para crecer en España.
Por Andrés Muñoz